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El amor exige sacrificio y renuncia para que crezca. Y aún así nadie garantiza el éxito. P. Padilla

Las cosas importantes no suceden de golpe. Hay mucho trabajo detrás, mucho esfuerzo. Los grandes éxitos están precedidos de mucho sacrificio, de muchas renuncias. También detrás de los fracasos hay esfuerzo y renuncias. Porque la vida no siempre es justa y no todo lo que hago obtiene su recompensa. El amor exige sacrificio y renuncia, es el abono para que crezca. Y aún así nadie me garantiza el éxito en mis relaciones humanas.



Todo es tan frágil y el corazón humano está tan roto. Hay tantas heridas escondidas, tantas historias que fracasan. Me cuesta creer en la fidelidad de los demás cuando me siento infiel y pruebo el sabor amargo de mi pecado. ¿Es posible volver atrás en el tiempo vulnerando las leyes de esta vida? ¿Puedo curar la herida causada por mi desprecio? ¿Apagar el eco de mis insultos, el tono agresivo de mis palabras? ¿Se puede calmar el llanto cuando se desboca con amargura?


La vida que no se abraza cuando es joven y fuerte dejará de estar viva cuando note la frialdad de la soledad y el invierno. Los gestos fieles más pequeños son como esas pequeñas virtudes que constituyen la base del amor más verdadero y fiel. No se trata de prometer la eternidad, sino de vivir cada día como si fuera el primero y el último al mismo tiempo. Cuando todo se enturbia con el paso del tiempo cuesta mucho más limpiar el alma por dentro. Habré guardado desamores, heridas, gritos. Y ya no será posible volver a comenzar de nuevo. El perdón es tan difícil.



No bastan las palabras, nunca son suficientes. Quiero convencerte de algo, hacerte ver la vida de una manera diferente. Quiero decirte que las cosas son como yo las veo, no como las ves tú. Pero luego encuentro que no bastan las palabras. Son las obras las que valen, las que cuentan. Son los hechos, no las promesas.

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