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"Mi historia de Alianza de Amor con la Mater empezó hace mucho tiempo…”- Testimonio de Lourdes

Un lugar de encuentro, una fecha para recordar y celebrar


La Casa de Alianza en Schoenstatt fue una vez más un lugar para reencontrarse con la Mater, compartir con mi familia, con amigos y celebrar en comunidad. Para mi especialmente, fue un lugar para llegar, esperar y encontrar.


El pasado 18 de octubre del 2021 sellé mi Alianza de Amor con la Virgen María, nuestra Madre, Reina y Victoriosa tres veces admirable de Schoenstatt. Fue un momento muy lindo y se dio en un día tan especial porque también se recordaba el día de la primera Alianza del Padre José Kenntenich el día 18 de octubre de 1914.



Lo más lindo que tiene la Casa de Alianza para mí es que uno puede ir cuando lo necesite y lo desee a la capilla que está dentro de la casa, o puede ir caminando hasta el santuario original. Mi familia y yo llegamos por segunda vez a la Casa de Alianza y además de participar de una pequeña procesión hasta la Casa del Peregrino, pudimos participar de una misa de primera comunión y luego finalmente del rito de Alianza. Aunque sólo pudimos estar unos días fue muy reconfortante llegar al santuario y ver a tanta gente caminando, cantando, rezando, algunos llevaban hasta banderas de sus respectivos países y mis hijos también se animaron a llevar la bandera de Paraguay.


Caminar como peregrina y llegar como hija y encontrar a la Virgen María que me acoge con su calor de madre me llenó el corazón de alegría y también me hizo recordar momentos de mi infancia en Asunción, Paraguay. Hace un tiempo que vivo aquí en Alemania y realmente me sentí muy bendecida, porque al momento de leer mi carta de Alianza rememoré lo que la hermana Carolina nos dijo en una de las primeras charlas de preparación: “nuestra historia de Alianza de Amor con la Mater empezó desde hace mucho tiempo…” La recuerdo en mi niñez, en donde la Virgen Peregrina de Schoenstatt llegó a mi casa varias veces, entonces, rezábamos en comunidad con varios vecinos del barrio y, por supuesto, de mi mamá que se encargaba de coordinar estas visitas a nuestra casa y de mi abuela, quien me enseñó a rezar el rosario.


Como decía el P. Kenntenich y lo recordamos el día del rito de Alianza: “Aseméjanos a ti y enséñanos a caminar por la vida tal como tú lo hiciste: fuerte y digna, sencilla y bondadosa, repartiendo amor, paz y alegría. En nosotros recorre nuestro tiempo preparándolo para Cristo Jesús”.



Doy gracias a Dios y a la Mater, porque han hecho posible que llegara hasta el santuario y me prepararon para dar un sí. Gracias Madre tres veces admirable de Schoenstatt por tu ejemplo de amor profundo y por ser mi aliada más poderosa ante cualquier circunstancia, sea fácil o difícil. Gracias por el amor misericordioso e incondicional a lo largo de toda mi vida.


Lourdes Estigarribia


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