Ya ha pasado más de la mitad del año y son muchas las vivencias que han sucedido en la Casa de Alianza. Quizás no fueron tan fugaces y masivas como las del año pasado, pero es como si Dios nos hubiera dado este tiempo para afianzar las bases de la casa y nos pausara para ver más su actuar divino que el humano.
A comienzo del año nos acompañaron voluntarios de Argentina, Jorge y Eliana (un matrimonio recién casado), Lilian de Brasil y Alberto, quien se hace tiempo cada mes para venir a echarnos una mano. Estamos muy agradecidos con este team que ha dejado huella en la casa. No solo ha ayudado a re-descubrir el parque antiguo de la casa, sino que también ha estado en pequeños detalles de orden y ayudándonos con los planos eléctricos de la casa. Ni hablar de los muebles que movieron y los baldes de polvo que sacaron. ¡Unos héroes! ¡Muchas gracias chicos! Como siempre en cada misa y oración ponemos en manos de la Mater el futuro de cada voluntario que pasó por esta casa y ha brindado su mano sin nada a cambio.
Por otro lado tenemos la grata noticia de anunciar que se logró finalizar la renovación de los baños del pasillo frente al santuario. ¡Lo cual permite el alojamiento en las nuevas habitaciones! Esto es gracias a la colaboración desinteresada de varias personas que ponen no solo su corazón en este proyecto sino también sus bienes materiales. Y otros destinan lo más preciado que existe hoy en día, su tiempo, como lo hizo la comunidad de varones de Frankfurt "Caballeros de Cristo" que siempre está dispuesta a venir y colaborar con las obras que se necesitan.
Y respecto a la vida, son varios los jóvenes hispanohablantes que han decidido venirse este verano a servir a la casa y tomarse un tiempo de retiro espiritual personal. Es difícil la situación de no poder volver a tus tierras de origen y el hecho de que las fronteras están cerradas para ver a sus seres queridos. Pero esta casa quiere ser esperanza, ese puente que nos une con nuestras raíces, y desde aquí nuestra querida Madre nos quiere acompañar a ser cristianos fuertes en medio de la adversidad.
Por ultimo nos da gran alegría decir que la casa no pierde la atmósfera familiar y la presencia de niños, ya que en agosto se comenzó una escuela católica de verano bilingüe alemán-español donde niños de 4 a 6 años aprenden sobre la vida de Jesús, cantan, juegan y hacen nuevos amigos entre ellos. Debido a las limitaciones del Covid-19 hay un cupo limitado de niños por sábado, pero no dudamos que será un gran semillero que les ayudará al crecimiento de su fe. ¡Recemos por ellos!