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  • Foto del escritorPadre Carlos Padilla

Para Dios nada es imposible, por eso creo que no es Él quien me exige. Reflexión Padre Padilla

No sé ni el día ni la hora en que dejaré de contar los días y las semanas. Pero vendrá el momento. No quiero amargarme ni un minuto. Quiero aprovechar todo el tiempo que tengo. Hay ya más pasado que futuro. Hace tiempo decidí alegrarme cada día. Con cada nueva oportunidad de inventarme algún cuento. Llamar con palabras a la vida, deletrear las sonrisas que he podido ver por el camino. Entre nubes y claros. Entre miedos y alegrías. Me gustan los minutos constantes en los que amo. Hasta que se viste de amanecer y nostalgia el tiempo caído.



No me molesta acabar un año, más bien me alegra. Y empezar otro. De encuentros y desencuentros. Y yo navegaré por sus días rompiendo las olas. Dispuesto a dejar mi huella. Es mi año, todos los son, que no me olvide. Y me sentiré feliz en la cresta de la ola mirando mar adentro. Igual que desde la orilla agradeceré el momento. Segundos que se marchan, días que caducan. Horas tristes y alegres. Y mi mano volviendo a colocar un reloj de arena ante mis ojos, viendo pasar el tiempo.


No tengo muy claro si hay algo que debo conseguir. Una especie de lista de objetivos. Creo que nadie me la dio al romper a la vida. Maduré en el momento en el que concebí un plan, un sueño, un propósito, un objetivo, un resultado. Y desde ese momento vivieron exigiéndome dar la talla, llegar a alguna meta. ¿Sabré hacerlo bien? Me asustan los propósitos no escritos que un Dios escondido parece exigirme. ¿O soy yo el que se exige todo lo posible? Para Dios nada es imposible, por eso creo que no es Él quien me exige. Soy más bien yo que sueña con ser perfecto. Una historia maravillosa.


Mientras el día amanece me limito a dar gracias. Un año nuevo, un año viejo. Uno que empieza, otro que acaba. Yo confío en que todo será igual y diferente. Me decido a tomar sabias decisiones. A seguir por caminos preciosos. A inventarme una aventura llena de amores eternos. A levantar en mis brazos la esperanza que alumbra. No le tengo miedo a la vida que continúa entre cantos y abrazos, entre sonrisas y paz. Las estrellas iluminan la noche del alma y su mañana. No me preocupa porque todo tendrá un sentido más allá de mis días. Todo es eterno y el tiempo es sueño.

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