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No teman al Covid 19, teman más bien que su alma no se despierte ante esta adversidad.Carta P Joselo

Actualizado: 22 jun 2021

Queridos amigos del Papa Francisco,

“¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?” (Mc 4,40) fueron las palabras que más repitió el Papa Francisco en su meditación de ayer cuando nos regaló la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo, al orbe). Las tomó del pasaje evangélico (Mc 4,35-41) en que Jesús calma la tempestad del lago, que luego meditó. Las mismas palabras las repite el Señor en un contexto similar y en otros distintos. En otro pasaje, Jesús se acerca a la barca, donde están los discípulos, caminando sobre las aguas. A ellos les parece ver un fantasma, pero Jesús los tranquiliza: “soy yo, no tengan miedo” (Mc 6,49-50). Un pasaje fundamental, donde estas palabras adquieren un significado mayor, es cuando Jesús habla de la preocupación de Dios Padre por los pájaros del cielo (Mt 10,29-31). Si Dios se preocupa de ellos, con cuanta mayor razón lo hará de sus hijos, los hombres. Dice entonces Jesús: “Así que no tengan miedo, ustedes valen más que muchos pájaros”. Finalmente podríamos traer a la memoria un pasaje mariano que se encuentra al comienzo de la historia de salvación, precisamente en la Anunciación. El ángel Gabriel, enviado a la Virgen María, lo primero que dice es: “no tengas miedo María, porque haz hallado gracia ante Dios” (Lc 1,30). “No tengas miedo”. ¿Por qué tenéis miedo?

El miedo nos paraliza, nos detiene

¿De dónde nos viene el miedo? Es claro, cuando hay una situación que nos sobrepasa y que no sabemos cómo manejar. Es una de las causas del miedo. Pero también nos viene de una situación hipotética que nos inventamos en nuestra mente y que no necesariamente pasará. El miedo es distinto del ocuparnos del futuro, de la prevención, de la anticipación. El miedo nos paraliza, nos detiene. En tiempos de corona virus tenemos miedo, evidentemente, pero ¿por qué tenemos miedo? Porque claramente la situación nos sobrepasa, y con creces. Una buena razón para tener miedo. Pero también, porque comenzamos a imaginar situaciones futuras terribles: no tendremos comida, nos quedaremos sin trabajo, se morirá un familiar, perderemos todo lo que construimos, el mundo se derrumbará.



Mirar nuestra vida y confiar en que habrá alguien

Cuando miramos nuestra vida, nos damos cuenta que hemos experimentado muchas dificultades en ella. Y hasta ahora seguimos viviendo. ¿Qué nos ha ayudado a estar donde estamos a pesar de estos desafíos y dificultades? Si ha habido una situación que nos sobrepasaba, ha habido también una persona, o varias, que nos ayudaron a sobrellevarla y a superarla. Nos caímos en bicicleta, pero estaba papá para recogernos y curarnos. Perdimos un novio, pero estaba la mamá para escucharnos, aconsejarnos y abrirnos a un futuro lleno de esperanza. Perdimos el trabajo, pero hubo familiares que nos contactaron con amigos para ayudarnos a superar esta dificultad. Nos enfermamos gravemente, pero estaba el médico adecuado, que en nuestro territorio existen, para sanarnos. Hubo una situación de pandemia, pero estaba el gobierno, que desde hace años se preocupaba de tener un buen sistema de salud pública para todos. Tener a ALGUIEN poderoso (papá, mamá, familia, amigos, médicos, gobierno, etc.) nos da seguridad y nos ayuda a superar el miedo, tanto si es producto de una situación real o de una situación que imaginamos. Porque sabemos, intuimos, confiamos, en que habrá alguien, alguna persona, algunas personas, que nos ayudarán si tenemos dificultades.


Superaremos el miedo volviendo a la “pertenencia común”

Ayer el Papa Francisco nos llamaba la atención sobre la pérdida de consciencia de esa “pertenencia común” en este mundo. Estamos todos conectados, somos interdependientes. Pero descuidamos el grito de los pobres y del planeta, y no reaccionamos frente a las guerras e injusticias del mundo. No nos preocupamos de los demás. No estuvimos atentos a esta “pertenencia común”. Porque, dice también él, estábamos demasiado preocupados de nuestro ego, nuestros bienes materiales, nuestras prisas, nosotros mismos. Cuando uno vive sólo para sí, en el fondo se olvida de que todos nos pertenecemos. Y cuando se nos olvidan los demás, entonces no tenemos a ALGUIEN que nos pueda ayudar frente a lo que nos supera y frente a lo que imaginamos que el futuro nos traerá como perverso, como nefasto. Estamos solos. Gracias a Dios la humanidad ha despertado en muchas personas, y a la vez se han hecho visibles muchos hombres y mujeres tremendamente generosos que estaban ahí, todo lo cual nos va a sanar y a devolver la esperanza. Así superaremos el miedo. Dios nos regaló médicos y enfermeras que están dando todo por nosotros; políticos (muchos de ellos) que están haciendo lo mejor que pueden y saben para protegernos (pensemos bien y digamos que incluso lo hacen cuando piensan en temas económicos, pues estos temas también aseguran o destruyen la vida de las personas); hombres de fe, religiosos, sacerdotes, que tratan de animar nuestra vida espiritual para que no se desmorone, sino que se fortalezca ante esta adversidad; humoristas y personas con dones lúdicos que llenan los medios de comunicación con simpáticas historias e imágenes que nos alegran la vida en medio de las medidas extremas en las que vivimos; comunicadores que nos mantienen informados, nos previenen de peligros y nos abren posibilidades; reponedores de productos en los supermercados y en los negocios, que el Papa tiene la delicadeza de nombrar, y que aseguran los suministros alimenticios y de medicamentos. Todos ellos son esos ALGUIEN que nos hacen confiar nuevamente, que nos quitan los miedos. Y por supuesto los amigos y familiares, que nos acordamos que los teníamos.


Superar el miedo a la Muerte

Solo nos queda un miedo que resolver y es el miedo a la muerte. El corona virus nos puede matar. Sí, es verdad. Aquí sólo tenemos una posibilidad, ALGUIEN que ya haya vencido la muerte. Por eso el Papa nos invitó ayer a mirar a Jesús en la cruz, porque es ahí donde experimenta el miedo a la muerte, pero también donde lo supera. Hay solo una persona poderosa que nos puede quitar el último y más duro de los miedos: Jesús. Por eso es tan importante hablar de él en este tiempo, compartirlo, anunciarlo, regalarlo. Nuestro secreto para no tener miedo, que no significa tener las respuestas para la vacuna contra el Covid 19, o saber cuántos días tendremos que estar en cuarentena, o qué pasará con la economía después de esta pandemia, es Jesús, el que superó la muerte. Muerte que es fuente de gran parte de nuestros miedos. ¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe? En el sentido de la fe, solo un último pensamiento. Jesús nos dice: “No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena (al infierno, a la perdición)” (Mt 10,28). Modificando un poco este pasaje y en sintonía con el Papa y su discurso de ayer, podríamos decir: “no teman al Covid 19, teman más bien que su alma no se despierte ante esta adversidad mundial y que no los mueva a dar lo mejor de ustedes mismos en bien de los demás”. Un abrazo y bendiciones.

Esta vez les dejo el link al discurso del Papa de ayer 27 de marzo:

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